El gran mural de Cañaveral

Existen imágenes tan fuertes que con cerrar los ojos podemos evocarlas, pues son como un sello en nuestra memoria. Una de esas imágenes en la ciudad es sin duda el mural del Centro Comercial Cañaveral, elaborado por el gran artista Jorge Iván Arango.

Jorge Iván nació en Bucaramanga en 1948.  Vivió en una finca que su padre fue sembrando de plantas que traía de sus viajes por el mundo y que sería declarada años después como El Jardín Botánico Eloy Valenzuela. Seguramente las imágenes de ese inmenso jardín se quedaron grabadas en la memoria visual del Jorge Iván, quien luego estudió arquitectura, diseño y publicidad y, posteriormente, Bellas Artes en Florencia, Italia.

De regreso a Bucaramanga, tomando café con Armando Puyana (fundador de Urbanas), en un arranque de genialidad le propuso la idea de un gran mural pintándole el bosquejo en una servilleta. Consistía en darle a la ciudad una obra artística de gran formato que pudiera contemplarse tanto en movimiento desde un vehículo circulando por la autopista, como descubrirse con más detalle al transitar a pie por el andén a pocos metros de distancia, usando como telón el enorme muro ciego del costado oriental del Centro Comercial. Armando Puyana, quien tenía una culta visión de ciudad, accedió a la idea y le facilitó los medios al artista para que emprendiera la titánica labor del mural más grande de Santander, de 327 mt2, elaborado en mosaico cerámico.

Como no existía una industria local de esa cerámica, Jorge Iván aprendió a hacer las baldosas de colores mezclando químicos, haciendo experimentos con maras (canicas), tarros de perfumes y jarrones, trabajando en la tarde, horneando las piezas de noche y pegando las cerámicas en la pared durante las mañanas. Fueron tres años (1982-1985) de intenso trabajo para consolidar la enorme pieza artística que tanto nos identifica: tiene cactus y tonos relacionados al cañón del Chicamocha; garzas y una tijereta volando rauda (símbolo en sus obras); orquídeas, anturios, la flor y el fruto de la granadilla, la culebra, la tortuga, la piña, enredaderas, mariposas, avispas, hormigas arrieras cortando hojas, una hormiga soldado cuidando a una hormiga princesa (la hormiga culona) y a un padrón (el macho alado) que se están mirando. Se trata de todo un repertorio de nuestro ecosistema de la montaña santandereana convertido en arte.

Un mural de esas características no tiene parangón en el mundo. Los países que entienden el valor del patrimonio usan estos elementos para fortalecer industrias culturales y turísticas. Santander tiene innumerables legados artísticos, arquitectónicos y urbanos, como este, que deben ser valorados y cuidados. Ya es tiempo que la Alcaldía de Floridablanca y Gobernación de Santander declaren a este mural como Bien de Interés Cultural de la región para asegurar su permanencia y garantizar que futuras generaciones puedan admirar la obra artística que Jorge Iván nos legó a todos.

Nota: agradecimientos a Maritza Arango, hija de Jorge Iván, por su colaboración para escribir este artículo. Ella habla sobre este y otros temas en su podcast A.eRe.Te, el ABC de la cultura, disponible en Spotify.



Alejandro Ordóñez Ortiz | Artículo publicado en el Peiódico El Frente en la sección de opinión de la fundación Participar el día 16 de Junio de 2020.



Fotografías: Maritza Arango.